
Esa tarde, efectivos de la Sedena visitaban el municipio de Altar, ubicado en el noroeste de Sonora. El Servicio de Inteligencia Naval había reportado previamente la presencia de hombres armados del grupo “Los Cazadores” vinculado al Cártel de Sinaloa.
Los elementos militares viajaban en dos camionetas, una Cheyenne y una Hummer. El teniente que los dirigía llevaba casi un año operando en la zona de Caborca.
El resto de los elementos eran un sargento, dos cabos, un operador de ametralladoras, dos choferes, un paramédico y siete elementos de tropa.
Fue precisamente el teniente quien notó una camioneta negra que transportaba hombres armados con rifles de grueso calibre. También fue él quien dio la señal para detener esta RAM.
En el interior de la camioneta viajaba Torres Carranza, "El Duranguillo", junto a otros tres hombres, quienes al percatarse de que los perseguían vehículos de la Sedena, pidieron refuerzos. Los militares pudieron escuchar la respuesta dada a los integrantes del cártel de Los Cazadores: “Aguante, aguante. Venimos a buscarte".
En ese momento, los soldados sacaron a “El Duranguillo” de la camioneta y lo inmovilizaron contra la acera.
El capo criminal resistió y se arrastró por el suelo en un intento de escapar de la suela del elemento que lo había subyugado.
"¡Vienen a rescatarte!" dijo nervioso uno de los oficiales al teniente, según el testimonio recogido por el periodista Héctor de Mauléon.
Todo sucedió frente a una tienda OXXO. Los soldados se colocaron estratégicamente frente a la entrada para cubrirse la espalda. Cerraron la vía y trazaron un círculo armados con sus propios vehículos. “El Duranguillo” y sus compañeros permanecieron en el centro.
A los minutos, dependiendo de los elementos, llegaron entre cuatro y cinco camionetas con más hombres armados.
Salieron varios hombres con camisas negras, gorras, chalecos antibalas, pistolas cortas y fusiles AK-47 y R-15. Rápidamente, uno de los soldados pidió refuerzos.
"Tranquilo. Vamos por ti. Vamos a sacarlos", fue la respuesta por la radio.
Las calles estaban desiertas. Empleados de OXXO se habían encerrado en la bodega. “El Duranguillo”, desde el suelo, comenzó a gritar que los dejara ir y que a cambio les ofrecería 10 millones de pesos. “Lo estamos arreglando.
¡Suéltame!” Los asesinos recién llegados gritaban a los elementos que los iban a matar, que habían llegado hasta aquí, que se iban a quedar ahí. el teniente
El apoyo de la Sedena ya estaba en camino, pero no sabían si llegarían a tiempo. Los habitantes de "El Duranguillo" habían bloqueado el otro extremo de la vía para detener los refuerzos.
Mientras tanto, los asesinos se acercaban cada vez más a los soldados.
“Tenemos que tenerlos a unos cinco metros de distancia. Casi nos tocan. Eran todos jóvenes de entre 20 y 30 años”, cuenta uno de ellos.
Primero llegaron otras camionetas con hombres armados a bordo. En un momento el teniente calculó que eran 160 a 15. "No disparen a menos que sea necesario", ordenó.
Cada uno de sus elementos tenía el dedo en el gatillo, listos para el inicio del fuego. Los pistoleros bloquearon la carretera con un remolque.
Según se informa, la ráfaga de disparos comenzó cuando los sicarios del cártel vieron la llegada de los partidarios de la Sedena.
“Cuando escucharon los disparos, los de aquí también comenzaron a dispararnos. Pero no tenían entrenamiento, así que dispararon hasta quedarse sin tiros. Hicimos tiros controlados, de cinco en cinco, para disuadirlos”, dijo.
Fueron unos cinco minutos de fuego cruzado. El sargento recibió un disparo que le atravesó la costilla derecha. “No me di cuenta cuando pasó. De repente lo vi acostado. Fui a ayudarlo. El paramédico lo asistió, pero no fue posible ayudarlo”, dijo explicó el teniente.
Los refuerzos rompieron el cerco de los sicarios, quienes en ese momento comenzaron a correr. Uno de ellos fue asesinado. 'El Duranguillo', en tanto, se desmayó cuando terminó el tiroteo.
Con información de EFE y AP